Olek

Hace unos meses viajamos contigo alrededor del mundo para conocer a los mejores grafiteros, no solo por su técnica, o su estilo personal, sino por su condición de agentes sociales. En definitiva, por su labor de sacar a la calle un arte elevado, sin complejos y a la altura del que se exhibe cada día en las galerías más vanguardistas. Pues Olek hace exactamente lo mismo, pero con crochet, o como diríamos por aquí, con ganchillo. Ágata Oleksiak abandonó su Polonia natal para vestir las calles de Nueva York con una colorida segunda piel de lana. Así, tal y como suena: Olek elige cualquier objeto, desde una locomotora, hasta el mítico toro de Wall Street, pasando por una bici, o un piano de cola, y lo cubre con un tejido de estampado caleidoscópico. El resultado es una intervención artística pública, que impacta sin afectar ni modificar su soporte. Sencillamente lo complementa y le da una nueva corporeidad, al tiempo que subraya su presencia y obliga a los transeúntes a convivir con el arte y formarse una opinión al respecto. Una intención fundamentada en la necesidad de poner a disposición de los ciudadanos un arte gratuito, presente y accesible como parte del paisaje urbano.

 

 

Daniel Arsham

Una serie de esculturas titulada Future Relics fue el trampolín para Daniel Arsham, quien nos mostró un mundo de objetos cotidianos transformados en fósiles monocromáticos, como testigos de una sociedad al borde de su extinción. Su particular universo en blanco y negro fue capaz de infundir un carácter casi fotográfico al positivo de los moldes que obtiene partiendo del yeso, el cemento, la ceniza volcánica, la arena, o el vidrio. Cada pieza, erosionada, quebrada e imperfecta transmite una sensación de irrealidad y decadencia que redunda en una plasticidad y una expresividad inauditas en representaciones de objetos inanimados. Aunque gran parte de esa estética en escala de grises está justificada por el daltonismo de Arsham, recientemente ha presentado exposiciones con instalaciones que mezclan el azul y el morado con la característica ausencia de color de las Future Relics.

 

 

José Parlá

Parlá, nacido en Miami, se trasladó pronto a Brooklyn, en donde se dedicó a experimentar con todo tipo de técnicas y soportes. Tras pasar por la fotografía, el videoarte, la cerámica y las instalaciones, decidió quedarse en la pintura, una disciplina en la que ha conseguido conformar un estilo propio, reconocible y único, más allá de cualquier reminiscencia y referente que podamos apreciar en su obra. Sin dejar de lado la escultura, el arte de José Parlá nada entre las aguas del neoexpresionismo y el arte abstracto, para convertirse en un Pollock reinventado. El tamaño de sus cuadros y la inclusión de una caligrafía cercana al grafiti dan lugar a una estética urbana, caótica y diversa. Un lenguaje propio que merece la pena tratar de descifrar.

 

 

Joana Vasconcelos

Vasconcelos, desde su estudio frente al río Tajo, ha traspasado las fronteras de Portugal con una visión de la escultura que la ha hecho famosa en todo el mundo. A pesar de que las dimensiones de sus trabajos resultan espectaculares, la escultora defiende que el impacto no debe causarlo el tamaño, sino las emociones que provoca en el espectador; una suerte de comunicación que establece el artista a través de su obra. Su trayectoria profesional se centra en la feminidad y en la cotidianidad, entendidas a través de objetos comunes con los que modela y crea los volúmenes que componen sus distintas piezas. Toda una figura a reivindicar, además de por la calidad de su trabajo, también por su carácter reivindicativo y la profundidad expresiva de su lenguaje artístico.

 

 

Inés Longevial

Longevial es una joven artista francesa apasionada de Picasso y Almodóvar. En sus manos, el cubismo de principios del siglo XX se actualiza para interpretar el cuerpo de la mujer desde una perspectiva alejada de la perfección. La fragmentación y la composición de su estilo se mezcla con la luz del suroeste de Francia y el mar cantábrico del País Vasco Francés. Su paleta cromática adopta tonos cálidos, tierras y ocres y, en las escenas que representa, encontramos una difícil mezcla de quietud y dinamismo. Una puesta al día del cubismo primigenio con una calidad estética y una delicadeza de la que cuesta levantar la vista.

 

 

Patricia Aibar

Aibar, conocida en las redes sociales como Marie Tooth, escogió ese nombre a causa de una neuropatía que le fue diagnosticada en plena adolescencia. Fruto de esa extraña ironía algo surrealista que suele entretejerse con la realidad, la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth priva de sensibilidad y de movimiento las manos de la artista. Una circunstancia que no ha supuesto un obstáculo para que esta barcelonesa materialice sus experiencias personales en lienzos autobiográficos. Acuarelas y tintas que muestran el cuerpo humano en toda su belleza sin renunciar a una honestidad libre de tamices y autocensura. Una obra de gran expresividad que aúna la fragilidad y la fuerza de su autora.

 

 

Photos: Flickr, Daniel Arsham, Vogue, Pinterest, Pinterest, Instagram Marie Tooth         Portada: Jeff Goldberg

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