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Hamburgo, la ciudad sostenible

Situada en pleno estuario del río Elba, Hamburgo es la segunda ciudad más poblada de Alemania después de Berlin. Una metrópolis de casi dos millones de habitantes que se ha convertido en un modelo de sostenibilidad gracias a su ambicioso programa medioambiental y al HafenCity, un plan de urbanismo capaz de transformar las viejas zonas industriales en modernos barrios surcados por canales. Hoy veremos como la “Venecia del norte”, se viste de verde y se convierte en un referente para el resto de ciudades europeas.

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Un modelo para el mundo

Es posible que últimamente hayas oído hablar de Hamburgo. Y seguro que para bien. No nos extraña; estamos ante una de las pocas ciudades del mundo que ha recogido el guante del cambio climático y se ha puesto manos a la obra para conseguir frenarlo. Todo un reto que, desde el principio, no pintaba bien. De hecho, pintaba muy mal.

Con 1.800.000 habitantes en su núcleo urbano y casi cinco millones y medio en su área metropolitana, Hamburgo cumplía con la estructura típica de urbe industrial rodeada de  ciudades dormitorio. Un cinturón urbano poblado por trabajadores con la necesidad diaria de desplazarse hasta un centro al que llegan cada día hasta 300.000 personas. Con semejantes datos, podemos sospechar que la regulación y transformación del transporte ha sido una de las claves del éxito, pero el camino comenzó mucho antes. Más concretamente en 2011, cuando sus medidas de sostenibilidad le valieron el título de Green Capital de Europa.

 

 

Por delante del resto

Las políticas medioambientales de Hamburgo se adelantaron a los estándares europeos para luchar contra el cambio climático. Seguramente, la subida de 1,2 grados de temperatura y los 20 centímetros extra en el nivel del mar fueron dos buenos motivos para intentar frenar los efectos de la degradación del planeta. Una reducción del 40% del CO2 para 2020 y del 80% en 2050 son parte de la solución, una parte con la que otras grandes capitales europeas solo pueden soñar.

El urbanismo como medio

La otra parte de la solución ha resultado ser el urbanismo y, sobre todo, el llamado HafenCity, un ambicioso proyecto que ha conseguido recuperar el antiguo puerto del norte y que ha convertido sus orillas en un escaparate internacional de la vanguardia arquitectónica. Eso sí, siempre tratando de reducir las emisiones de CO2 y ayudando a la creación de espacios naturales dentro del casco urbano.

Cuando el plan se complete, en torno a 2030, la ciudad habrá recuperado un área equivalente al 40% del centro de la ciudad. Con ello, no solo se habrá conseguido dar uso y revitalizar zonas deprimidas y abandonadas, sino que, además, se habrá logrado generar una oferta de viviendas cuyos propietarios no tendrán que desplazarse para trabajar. Y, por si fuera poco, las intervenciones arquitectónicas llevadas a cabo en los muelles protegerán la ciudad de las posibles crecidas del rio Elba.

 

 

Y el transporte como solución

El transporte es una constante en los planes para hacer de Hamburgo en un ejemplo de sostenibilidad. Pero no basta con prohibir los coches en un plazo de 20 años, tal y como contempla el plan Green Network, presentado en 2014. Hay que dar opciones alternativas para que la transición se produzca de forma gradual y natural.

Y ahí es donde el urbanismo vuelve a jugar un papel decisivo. Gracias a una exhaustiva planificación y a una gran capacidad de acción, Hamburgo contará con rutas peatonales y ciclistas que la cruzarán de norte a sur, entre sus dos pulmones verdes. Este eje servirá para conectar el resto de redes de transporte público, así como carriles bici y zonas peatonales ya existentes. Todo para poder recorrer la ciudad sin necesidad de utilizar el transporte privado a motor.

Iconos arquitectónicos

Por supuesto, la arquitectura también tiene su peso en el buen fin del HafenCity y del Green Network. Como vimos en nuestro último artículo, los edificios son una pieza clave para construir una ciudad más sostenible. En Hamburgo, varias construcciones se han convertido en auténticos iconos de su transformación. Entre ellos, podemos destacar el Elbphilarmonie, la sede de la orquesta filarmónica proyectada por Herzog & De Meuron que contiene, aparte de las instalaciones musicales, varios bares, una terraza panorámica, un hotel, aparcamientos… Y que se ha consolidado como un punto de encuentro cultural para toda la ciudad. Otros edificios que merecen una revisión son la sede de Unilever, diseñado según la corriente de sostenibilidad holística, y el BIQ, capaz de ahorrar energía gracias a un recubrimiento de placas contenedoras de algas.

 

 

Un espejo en el que mirarse

Nosotros no podemos más que admirar la determinación y la capacidad de implementación de estas políticas medioambientales. Estamos deseando ver pronto las mismas iniciativas en las grandes ciudades españolas. Nuestro compromiso con la protección del medio ambiente y nuestra firme defensa de la sostenibilidad en la arquitectura nos motiva a seguir creciendo. Esperamos que, dentro de poco, nuestros edificios contribuyan al éxito de planes similares. Hasta entonces, haremos todo lo posible para hacerlo realidad.

 

Photos: Tim Corvin Kraus, Dirk Verwoerd, Maxim Schulz     Portada: Fynn

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