Parar, repostar y continuar el viaje. Ayer, gasolina y, en unos años, electricidad. Pero siempre algo mecánico, rutinario y rápido, cuanto más rápido mejor. Y, sin embargo, algunas gasolineras han pasado para siempre a la historia de la arquitectura. ¿Quieres saber cuáles son nuestras preferidas?
Muchas veces, en la arquitectura más funcional, encontramos algunos de los mejores ejemplos de que, por muy restringido que sea el cometido del edificio, siempre se puede hacer algo original. Algo distinto que no por ello resulte menos eficaz, o más caro, sino todo lo contrario.
En el caso de las gasolineras, no hace falta ser un entendido en arquitectura para pensar inmediatamente en Repsol. Como veremos enseguida, no solo han conseguido un sistema modular sencillo, efectivo y replicable, además lo han convertido en parte de su imagen de marca.
A continuación, te proponemos un viaje por algunas de las mejores gasolineras del mundo. Por supuesto, no nos olvidamos de las españolas. Y, lo mejor de todo, la gasolina corre por nuestra cuenta.
Empezar por las archiconocidas gasolineras de Foster es casi como empezar la novela por el final, porque en su diseño se condensan y se actualizan algunos de los elementos clásicos de las primeras estaciones de servicio que abordaron la posibilidad de ser algo más que un surtidor.
La referencia inmediata es Félix Candelas. Este genial arquitecto español, exiliado en México, fue uno de los grandes maestros en la utilización del paraboloide hiperbólico. Entre sus múltiples proyectos de corte industrial, destaca la utilización del paraguas invertido de hormigón que aprovecha la columna única como desagüe para las aguas pluviales. Una solución que, como ahora descubriremos, ya utilizó Arne Jacobsen en los años 30, precisamente para una gasolinera.
Pero la cosa no queda aquí: los muy fosterianos podrían decir que lo de Repsol no es exactamente un paraguas, sino una pirámide invertida… Y tendrían razón, justo como la gasolinera de Rubens Henríquez en Santa Cruz de Tenerife, o la gasolinera Meyfer en Gijón proyectada en 1959. Una buena muestra de que una gran idea puede evolucionar y perfeccionarse sin perder su esencia. Más bien al contrario, porque el resultado final, siempre provisional, es la suma del trabajo de grandes arquitectos.
En 1937 la petrolera Texaco confió en el danés Arne Jacobsen para diseñar el prototipo de la que debía ser su modelo de gasolinera. Sin embargo, de todo aquello, solo queda hoy una pequeña obra maestra, un edificio racionalista forrado de cerámica, con un reloj retroiluminado en la fachada y una marquesina circular sostenida por un único pilar. Racionalismo en estado puro que todavía puede visitarse y utilizarse para lo que fue concebido en Skovshoved.
Esta gasolinera es Mies en estado puro. Grandes vigas de acero unen dos cubos de vidrio entre los cuales se sitúan los surtidores. Un planteamiento tan sencillo como genial y una estética inconfundible. Desde su puesta en funcionamiento en 1966, esta gasolinera con apellido ilustre ha cumplido su cometido hasta su reciente remodelación, a cargo de FABG, para convertirla en un centro comunitario. Una reforma no exenta de polémica, pues se ha cambiado, no solo el uso, sino la disposición del edificio para aprovechar el gran espacio central, antes solo protegido por la cubierta.
Diseñada en 1938 por Guiseppe Pettazzi, la Fiat Tagliero parece a punto de despegar en la capital de Eritrea. Sus espectaculares voladizos de 30 metros de longitud y sus reminiscencias art-decó son parte de una extensa y vanguardista huella arquitectónica que dejó la ocupación italiana en África durante las primeras décadas del siglo XX.
La actual gasolinera Gesa situada en la madrileña calle de Alberto Aguilera es una reconstrucción de la original Gasolinera Porto Pi diseñada por Casto Fernández Shaw, autor también de la gasolinera de Repsol en la Avenida de Aragón, 388. Su demolición parcial en 1977 provocó la paralización de cualquier obra en el solar hasta 1996, cuando se puso como condición su reconstrucción como contraprestación para edificar el gran hotel que hoy se alza a sus espaldas. Estamos, por tanto, ante un testimonio material de la irresponsabilidad con la que se trató uno de los primeros ejemplos de la arquitectura moderna española.
Terminada en 1962, esta gasolinera en la carretera de Gandía, en Valencia, recoge lo mejor de Félix Candela y, además, incluye un restaurante -hoy desmantelado- claramente inspirado en el célebre Edificio Ariston de Breuer en Argentina. Sus cinco paraguas de hormigón, de alturas distintas, se completan con una caseta protegida por una cubierta de paraboloides hiperbólicos. Una maravilla devorada por el crecimiento urbanístico, pero conservada y en uso. Lástima no poder decir lo mismo del restaurante.
Fotos: Huellasdearquitectura, Pinterest, Repsol, Twitter, Wikipedia, FABG, Youtube, Santiago Fajardo – Portada y Story IG: El País.