Todos los años volvemos a sufrir los rigores del verano, sobre todo si no tenemos la fortuna de vivir en el norte de España donde se disfruta de unas temperaturas que difícilmente sobrepasan los 30º. Por lo tanto, quienes anden en esas latitudes pueden ahorrarse la lectura de este artículo en el que hablaremos de cómo combatir el calor en casa. Al resto no le quedará más remedio que leerlo con sumo interés.
Cada vez resulta un poco más difícil encender el aire acondicionado y no solo porque la luz se encuentra disparada, sino también porque es necesario volver nuestras acciones más sostenibles. El cambio climático es una realidad y conviene rebajar el empleo de la energía dado que la mayoría de la que usamos no proviene precisamente de fuentes limpias y renovables.
Te sorprenderá saber cómo unas pautas bien sencillas pueden ayudarte a atar en corto el calor de tu casa. Presta atención porque no tienen desperdicio nuestras recomendaciones que, por supuesto, son 100 % eficaces y han sido sobradamente contrastadas.
Este consejo parece bastante obvio, pero hay quien todavía se resiste a usarlo. Debes aprovechar las horas nocturnas para rebajar la temperatura de la casa y cerrar al día siguiente bien temprano antes de que arrecie el calor. De esta manera, conservarás el frescor en su interior.
Otra manera de conseguir plantar cara al verano es a través de toldos, contraventanas de madera y cortinas. Todos ellos te ayudarán a defender tu hogar del inclemente sol.
Y recuerda que los toldos han de ser de colores claros, pues tienden a acumular menos calor que los fuertes. Aunque es cierto que en este aspecto suele haber poco margen si vivimos en una comunidad de vecinos dado que que suele tener ya estipulado el tipo y color que han de colocarse.
Además de ser un bonito elemento decorativo, los ventiladores de techo disminuyen la temperatura y la sensación de calor. A esto se añade que son silenciosos y nos permitirán disfrutar de una sesión de cine o leer un libro sin ese ruido constante que producen los aparatos de aire acondicionado.
Lo mejor es sacar partido de la distinta orientación de las ventanas y dejarlas abiertas para que la brisa acuda a visitarnos. Ya verás cómo sientes el alivio de estas ‘aspas invisibles’ que nos brinda la sabia naturaleza.
Tampoco pierdas de vista este consejo que viene de perlas para refrescar el ambiente, además tus plantas te lo agradecerán. Una vez que lo hayas hecho por primera vez, repetirás. Eso sí, hazlo con mesura dado que el agua es nuestro mayor tesoro. Sin duda, el aire que entre en casa desde estos espacios resultará sumamente refrescante.
Encender el horno o el lavavajillas puede llegar a incrementar hasta 2º C la temperatura. Por lo tanto, ponlos en marcha cuando no haya nadie en la cocina, sobre todo si es la hora de comer.
Si tienes la oportunidad de plantar una enredadera o una hiedra que crezca alrededor de la fachada y la aísle del calor, ¡adelante! Estas ayudarán a proteger la casa del calor evitando que penetre y, en consecuencia, reducirán la temperatura del interior de manera ostensible.
Así podrás notar el frescor del suelo, sobre todo si es de mármol, y dejar que este te refresque de arriba abajo. Un truco sencillo, fácil e incluso beneficioso para fortalecer los músculos.
No hay que insistir en comer lo mismo que en invierno, así que destierra los cocidos y los guisos, pues te harán sudar la gota gorda cada vez que llegue la hora de la comida. Estos platos han sido concebidos para el frío y hay que respetar su vocación invernal. Ensaladas de pasta, gazpacho, pescados a la plancha… Echa un ojo a un buen recetario veraniego y coge ideas para resistir al calor.
Si toca cocinar no te despistes y pon en marcha siempre la campana extractora. No solo conviene hacerlo para evitar los malos olores, sino también para expulsar el calor que se acumula procedente de las placas ya sean de gas o eléctricas.
A la hora de escoger las prendas de la cama elige aquéllas que estén confeccionadas con algodón, lino o seda. Destierra el poliéster que tan común resulta encontrar en estos tejidos y que, para colmo, atrapan el calor del cuerpo.
Es una pieza clásica, típica de nuestras abuelas y madres que –sin duda– sabían lo que se hacían llevando siempre de manera precavida uno en el bolso en pleno apogeo estival. Procura imitar esta sabia tradición y ten uno en casa, o varios de ellos, para esos momentos puntuales en los que el calor parece volverse insoportable.
Ya has visto que aunque el calor no perdona hay manera de librar la batalla con cierto éxito o, por lo menos, evitando tener que recurrir de forma constante al aire acondicionado. De esta manera lograrás ahorrar, cuidarás el medio ambiente y disfrutarás de un ambiente más natural, ya que no a todo el mundo le gustan estos aparatos que suelen resecar el ambiente, además de ser un tanto ruidosos.