Memorial JK disñado por Niemeyer en honor de Juscelino Kubitschek, fundador de Brasilia.

Hoy hacemos un repaso a las utopías de algunos de nuestros arquitectos preferidos. A través de sus conceptos de urbanismo social, veremos ciudades construidas, ciudades a medio construir y ciudades que nunca llegaron a construirse. Pero, sobre todo, reflexionaremos sobre cómo se comportan esos grandes proyectos urbanísticos; si cumplieron sus expectativas o quedaron desiertas. Una pequeña selección que nos llevará a descubrir si una ciudad planteada desde cero puede funcionar mejor que una ciudad cuyo crecimiento ha sido orgánico y cuyo urbanismo se ha adaptado a lo largo de los siglos. ¿Es la ciudad utópica algo más que una utopía? Vamos a verlo.

Broadacre City

Frank Lloyd Wright junto a un ejemplar de La cultura de las ciudades, escrito por su amigo Lewis Mumford en 1938.

La arquitectura de Frank Lloyd Wright establece una dicotomía entre la dispersión y la densidad. Al mismo tiempo que diseñaba un rascacielos de una milla de altura, estaba sentando las bases de un revolucionario modelo de ciudad extendida, justo en el extremo de las grandes y densas urbes estadounidenses. Desde su presentación en 1932, en las páginas del libro The disappearing city, Wright no dejó de darle vueltas a este proyecto a contracorriente hasta 1959, año en que murió sin llegar a ver materializado su ideal de ciudad: un acre y una vivienda unifamiliar en una retícula solo interrumpida por los edificios destinados a servicios públicos. En definitiva, una utopía que se perdió entre las páginas de los libros y artículos del genial arquitecto, una verdadera crítica al desmesurado urbanismo imperante que buscaba recuperar la importancia de los valores humanos y la calidad de la vida en un ambiente rural.

Chandigarh

Tribunal Superior de Punjab y Haryana en Chandigarh.

De forma contemporánea a Broadacre, Le Corbusier ponía por escrito los fundamentos de su ciudad ideal en 1933 en la Carta de Atenas. Su proyecto de la Cité Radieuse, con sus enormes rascacielos para oficinas y sus interminables avenidas ajardinadas, es el germen del urbanismo moderno. Algo que el genio francosuizo había planeado para el centro de Paris, pero que solo podría materializar en la recién independizada India. Allí le propusieron dar vida a Chandigarh, una capital regional creada para servir de modelo y escaparate del nuevo país. Gracias a su división por sectores, los ciudadanos de Chandigarh pueden acceder a todos los servicios necesarios para su vida diaria con solo caminar 10 minutos. Un prodigio de planificación urbanística que hoy constituye la mayor concentración de obras de Le Corbusier en todo el mundo, pero cuya arquitectura lo ha convertido en mucho más: un símbolo; una ciudad privilegiada con un índice de alfabetización cercano al 97% y numerosas instituciones académicas de renombre.

Brasilia

Congreso Nacional de Brasil en Brasilia.

En 1956 comenzaron las obras para construir una nueva capital de Brasil, alejada del Atlántico y de las antiguas ciudades coloniales de Rio de Janeiro y Salvador de Bahía. El lugar escogido fue una meseta situada en el estado de Goiás, junto a la que se construyó un gran lago artificial con el que abastecer a la capital y suavizar el árido paisaje de la zona. Aunque Brasilia es conocida mundialmente por los monumentales edificios creados por Oscar Niemeyer, el urbanismo corrió a cargo de Lucio Costa, firme defensor de los preceptos establecidos en la Carta de Atenas. Juntos decidieron aplicarlos para crear una gran ciudad de espacios abiertos, parques y bulevares que ayudase a estructurar el país desde una urbe limpia, funcional y bella. Nadie duda de que el proyecto fue un gran éxito, sin embargo, algunas expectativas nunca han llegado a cumplirse. Por ejemplo, la intención de generar un entramado urbano que no distinguiese las clases sociales, o crear unas infraestructuras que solventasen los problemas propios de las grandes capitales. Hoy en día Brasilia, que fue diseñada para 500.000 habitantes, acoge a más de 3.000.000, de los cuales la gran mayoría habita en los barrios periféricos. Una situación que genera los inconvenientes de las ciudades tradicionales y que revela la necesidad de planificar las ciudades utópicas teniendo en cuenta su potencial de crecimiento en el futuro.

Masdar

Instituto de Ciencia y Tecnología de Masdar en Abu Dhabi.

Foster & Partners asumió en 2008 el reto de crear en Abu Dhabi una ciudad 100% sostenible y con un nulo impacto medioambiental. Este futuro Silicon Valley del desierto promete cero emisiones de CO2 y cero residuos, un hito mundial que disfrutarán 50.000 personas. Para conseguirlo, Foster se ha alejado del modelo de arquitectura imperante en el país. Frente a los rascacielos de cristal y su costosa climatización, el Pritzker 1999 retoma las prácticas tradicionales de la arquitectura local. Aspectos como la orientación, la creación de sombras y  corrientes de aire, o instalar patios con vegetación marcan la personalidad de Masdar. Además, la prohibición del coche, la producción eléctrica por energía solar, o la climatización por geotermia son algunas claves más para entender las posibilidades de esta urbe revolucionaria que sigue en construcción.

TEXTO: Nacho Carratalá.

FOTOS: Alamy.

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