El gran Philip Johnson dijo que la arquitectura es el arte de gastar el espacio. Una definición que luego puntualizó Jean Nouvel: “Los arquitectos siempre hablan sobre el espacio. Pero crear espacio no es hacer automáticamente arquitectura. Con el mismo espacio, puedes hacer una obra maestra o provocar un desastre”. Nosotros no podemos estar más de acuerdo con los dos, por eso, en cada uno de nuestros proyectos, la distribución de los elementos habitables es uno de los puntos cruciales en la fase de diseño.
A lo largo de la historia, las viviendas han pasado de un único espacio común, en torno a un fuego central, a la interminable sucesión de estancias de los palacios renacentistas y barrocos. Esquemas en los que la funcionalidad y la privacidad no tuvieron lugar hasta 1597 en Inglaterra, año en el que se usó por primera vez el pasillo, según Robin Evans. Lo que en un principio servía para separar a la servidumbre de los señores ha resultado ser una solución básica para diseñar los espacios interiores de las viviendas modernas. Sin embargo, un pasillo no lo arregla todo. Es más, como diría Nouvel, puede provocar un desastre.
El arquitecto de nuestro residencial The Edge, Rafael de La-Hoz, añade un adjetivo al espacio. Según su opinión, la arquitectura consiste en hacer espacios habitables, una visión que hacemos nuestra en cada proyecto. Por eso elegimos siempre la mejor ubicación, un entorno que pueda disfrutarse desde el interior de las viviendas. Y con esa referencia concebimos los planos, siempre combinando la intimidad de las habitaciones más privadas con el espacio y la amplitud de las estancias más públicas.
La luz, la orientación y la disposición de los elementos no solo obedecen a una cuestión estética y funcional; no solo marcan el uso y los recorridos dentro de la casa, sino que son factores fundamentales para contribuir a crear una vivienda sostenible. Como vimos en los resultados de nuestro observatorio, el 88,4% de los españoles considera imprescindible apostar por el respeto al medio ambiente en la construcción y en el día a día de nuestras casas. Una necesidad que compartimos y que se ha consolidado como una aspiración de calidad en el sector inmobiliario. No obstante, nosotros, además, ponemos en valor estrategias de diseño que potencian la sostenibilidad, soluciones que tienen un mínimo impacto y que no precisan de apenas mantenimiento, pues son fruto del estudio y la adaptación a las condiciones climáticas y geográficas de cada emplazamiento.
Como hemos visto, la disposición de los espacios es la esencia de la arquitectura, un proceso clave que también influye en la eficiencia y en la sostenibilidad de la vivienda. Sin embargo, no podemos quedarnos de puertas para adentro. Una de nuestras metas es lograr una perfecta integración urbanística en cada uno de nuestros proyectos; reducir el impacto visual sin renunciar a un diseño innovador y vanguardista. Un compromiso que beneficia a quienes viven en nuestros residenciales, pero también a quienes habitan las zonas donde se ubican.
La articulación de los espacios en urbanismo también determina la forma en que vivimos. Nuestra vivienda debe adaptarse a nuestro estilo de vida, pero también la ciudad debe poner los medios para hacerlo posible. Ya vimos en nuestro post sobre ciudades utópicas la importancia de la planificación y la integración de los espacios verdes en el entramado urbano. Estamos seguros de que Jesus Gallego, fundador de ADORAS y arquitecto de Marvà 3 y Nature, coincide plenamente con esta responsabilidad. Al igual que él, pensamos que la ciudad puede ser vertical y densa, pero también espaciosa, cubierta de naturaleza y con numerosos espacios públicos.
Entendemos el mundo a través del espacio. Vivimos en él y nos movemos a través de él. Por eso queremos que los espacios que construimos sean capaces de crear mundos mejores. Mundos habitables, acogedores y sostenibles. Para nosotros, la conquista del espacio empieza por tener los pies sobre la tierra.