Esta semana os invitamos a dar un paseo por Oslo, recientemente nombrada Capital Verde Europea, un título que se suma a los muchos atractivos que ya tenía la metrópoli noruega. Su ambicioso plan de reciclaje de residuos, su apuesta por el transporte eléctrico y su cuidada planificación urbanística son los aliados perfectos de una arquitectura vanguardista, sostenible e innovadora. Todo un ejemplo a seguir.
A estas alturas, seguro que conocéis nuestro compromiso con el medio ambiente, una convicción que materializamos en cada una de nuestras promociones. No en vano, el certificado Breeam, que recibimos por Marvà 3, ya es una exigencia en todos nuestros proyectos. De igual modo, la adaptación al entorno es otra de nuestras señas de identidad; una máxima de especial importancia en los residenciales situados en enclaves paisajísticos de gran belleza, como Oasis 325, en Estepona, o Edén, en Mijas.
Es por ello que ciudades como Oslo o Hamburgo son para nosotros una inspiración. Son ciudades donde la arquitectura juega un papel fundamental a la hora de apostar por entornos más verdes, sostenibles e innovadores.
¿Queréis ver cómo se consigue? Vamos a Oslo.
El sistema de aprovechamiento de residuos de Oslo es tan eficiente que su capacidad de procesamiento está por encima de su millón y medio de habitantes. Es decir, para alimentar las plantas que generan calefacción y electricidad, la capital escandinava se ha visto obligada a importar basura, lo que no solo es atractivo desde el punto de vista medioambiental, sino también económico. Buena muestra de ello son los 40 dólares por tonelada de basura que Italia y el Reino Unido pagan a los noruegos. Un negocio redondo y ecológico.
Sin embargo, nada habría sido posible sin un plan de reciclaje exhaustivo y el compromiso de sus ciudadanos. Día tras día, gracias a una concienzuda separación de residuos, los habitantes de Oslo garantizan que cada deshecho se procese de manera adecuada y que, por tanto, su aprovechamiento sea óptimo. Un objetivo que necesita una infraestructura a la altura de las circunstancias, tal y como podemos ver en proyectos tan interesantes como el Centro de Reciclaje Smestad de Longva Arkitekter.
A finales de 2019 los coches abandonarán las calles de Oslo. Para conseguirlo, las autoridades han puesto en marcha el programa “Una ciudad sin coches”, que se ha centrado en eliminar los espacios de aparcamiento, limitar el tráfico, impulsar la creación de nuevas zonas verdes e incentivar el uso de la bicicleta.
Todo para conseguir rebajar hasta un 50% en 2020 las emisiones contaminantes con respecto a los niveles de 1990. No obstante, un objetivo tan ambicioso debe ir acompañado de incentivos que permitan a la población contribuir activamente a su consecución. Entre estos estímulos, destacan la subvención del 25% del coste de las bicicletas eléctricas, la creación de una importante red de recarga para los coches eléctricos y la ampliación de la red y frecuencia del transporte público.
Así, si vamos por la superficie, podremos disfrutar de proyectos tan espectaculares como el Edificio DNB de Dark Arkitekter; y, si nos subimos al metro, seguro que nos bajamos en la maravillosa estación de Løren, de Arne Henriksen Arkitekter y MDH Arkitekter.
La arquitectura y el urbanismo han sido dos pilares esenciales para alcanzar el estatus de Capital Verde. En este sentido, merece una mención aparte el barrio de Vulkan, un ambicioso proyecto de transformación del suelo que nos recuerda a la Marina de Badalona y a nuestra promoción H2O. Al igual que el litoral badalonés, este barrio de Oslo, situado a orillas del rio Akerselva, era un distrito industrial gravemente degradado. Nada que ver con su situación actual, reconvertido en una de las zonas más socialmente activas de la ciudad y la más puntera en energía sostenible, gracias a la obtención de energía a través de pozos geotérmicos.
Sin embargo, no es necesario visitar un punto concreto de la ciudad. Basta con echar un vistazo a los nuevos proyectos que han crecido en todo el casco urbano, residenciales como el Sørenga Block 6, de MAD Arkitekter, en los que el componente vegetal es un elemento constructivo más.
En definitiva, Oslo es un éxito que demuestra la importancia y la capacidad de la arquitectura para construir ciudades más sostenibles, más accesibles y más habitables. Otro espejo en el que mirarnos para saber que estamos haciendo bien las cosas, pero también para ser conscientes del camino que todavía nos queda por recorrer. Un camino ilusionante y esperanzador.
Fotos: Ivan Brodey, Olaf Kon, MAD Arkitekter y Ferry Vermeer.