Los puentes tienen algo de alegórico. Al cruzarlos, realizamos un viaje; salvamos un obstáculo y unimos dos puntos que habían permanecido separados. Independientemente de la distancia que cubran, desafían a la gravedad y recorrerlos caminando es casi volar con los pies. Pero ¿y si además fueran museos? ¿Y si fuera la cultura lo que uniese los extremos?
Entonces es prácticamente un trayecto iniciático, una metáfora del aprendizaje. Entramos con un conocimiento y salimos, en cierta medida, transformados. Así, sobre el papel, no suena mal. Y, si además los diseñan algunos de los mejores arquitectos de la historia moderna, suena todavía mejor. Quédate con nosotros y descubre estos cuatro puentes de la cultura.
Bjarke Ingels ha entrado por la puerta grande a Noruega. Su primer proyecto en el país nórdico es una escultura habitable que rota sobre sí mismo suspendido sobre el rio Randselva. Una escultura blanca en el verdor del Parque de Esculturas Kistefos en Jevnaker.
Su estructura une las dos riberas del río y se configura como una obra de arte más que forma parte del recorrido del parque, en donde podemos ver obras de Fernando Botero, Anish Kapoor, Olafur Eliasson, Lynda Benglis Yayoi Kusama, o Jeppe Hein. La torsión de su volumen da dinamismo al conjunto y su interior permite alojar exposiciones temporales.
El impresionante puente de madera de Kengo Kuma sirve para unir dos edificios separados por una carretera, pero no solo los une. También es un espacio de exposición, de taller y de alojamiento para artistas.
Su llamativa estética recupera un esquema característico de la arquitectura tradicional japonesa que permite grandes voladizos con piezas de madera de pequeño tamaño. A la belleza y espectacularidad del proyecto se une su sostenibilidad, gracias al mínimo impacto en el terreno y a su estructura de madera.
La puerta de entrada a la Expo de Zaragoza de 2008 tiene el sello inconfundible de la gran Zaha Hadid. Un diseño que nace del estudio de la sección de un diamante y sus propiedades estructurales para distribuir la fuerza a través de la superficie.
La sección romboidal se despliega sobre una línea curva para adquirir su volumen y disponerse en varias vainas que dividen el espacio interior. De esta manera, la función estructural permite también dividir las áreas de exposición y las separa gracias a los estrechamientos intersticiales que acotan cada zona. A lo largo de su recorrido, se alternan dos realidades: los espacios cerrados, que invitan al recogimiento, y los abiertos, pensados para contemplar y relacionarse con el rio.
El museo Crystal Bridge se sitúa en un barranco natural que se ha aprovechado para crear dos estaques artificiales de agua de manantial que potencian la condición de puente de la estructura. Además del pabellón puente, existen numerosas edificaciones anexas que albergan espacios de exposición. Y, entre todos, destaca la Bachman-Wilson House de Frank Lloyd Right, adquirida en 2013 y trasladada pieza a pieza desde Nueva Jersey a Arkansas.
FOTOS: Laurian Ghinitoiu, Takumi Ota, Fernando Guerra, Room Diseño, Durlum GmbH, Crystal Bridge Museum, Induced.