La reutilización de materiales es una ventaja no solo desde el punto de vista medioambiental, sino también económico. Más aún en el caso de los contenedores, ya que, a los beneficios de contar con un producto manufacturado sobre el que trabajar, se suman las posibilidades de la construcción prefabricada. En este sentido, en la mayoría de los casos, los contenedores se preparan por completo en una sola ubicación y salen hacia la obra listos para instalarse.
Seguro que ya habéis visto algunos que se venden como viviendas independientes, normalmente para casa de vacaciones, como apartamento de invitados, o como oficina doméstica para quienes tienen un jardín que se lo permita. Aun así, si tenemos en cuenta que los contendores son un producto pensado para apilarse, no debería sorprendernos encontrar proyectos en altura capaces de extraer todo su potencial.
A continuación, os proponemos algunos:
El barrio de Maboneng en Johannesburgo era el lugar perfecto para plantear un proyecto rompedor. Reinventar el centro de una ciudad nunca es sencillo, pero menos aún lo es si el nuevo urbanismo se aborda también desde un cambio político. En este caso, la voluntad de superar el apartheid y evolucionar hacia una sociedad inclusiva y heterogénea ha logrado impulsar modelos de vida urbana inéditos en el continente africano.
Conceptualmente, el proyecto se ha configurado aprovechando la disposición triangular de la parcela, situando los dos volúmenes como una gran valla publicitaria que dota de identidad y potencia el carácter industrial del conjunto. Además, los dos bloques de contenedores también actúan como elemento protector y de privacidad para el espacio interior, un patio abierto con una piscina que actúa a modo de punto de encuentro entre los inquilinos del residencial.
Cada uno de los 140 contenedores que conforman Drive Lines Studios fue seleccionado por su color para no tener que pintarlo. Además, se apilaron y se acondicionaron en el mismo lugar, lo que elimina la necesidad de transportarlos dos veces. En cuanto a la superficie de los estudios, que va desde los 27 a los 37 metros cuadrados, se complementa con el pasillo de acceso, que sirve de terraza para cada unidad.
Sin salir de Johannesburgo, nos vamos a un proyecto que no pasa inadvertido: unos silos abandonados y un buen puñado de contendores tienen la culpa, sin olvidar los colores que decoran de arriba abajo los 40 metros de altura y los 12 pisos de esta residencia de estudiantes. Un espacio innovador y sostenible que nació como respuesta a la falta de alojamiento para estudiantes cerca de la universidad. De hecho, la localización de los silos es inmejorable, cerca del tren -como casi todos los silos- y con fácil acceso a la Universidad de Witwatersand, la Universidad de Johannesburgo, la escuela de cine ADFA y otras universidades como Damelin, Birnam y el Business College.
Sus 375 plazas se distribuyen en habitaciones dobles e individuales, ubicadas en los contenedores, y en apartamentos, en el interior de los silos. Una verdadera ciudad universitaria vertical que se articula en torno a sus zonas comunes, con bibliotecas, salas multimedia, áreas de descanso, bar, cocinas comunitarias, gimnasio y hasta un rocódromo. Aunque, sin lugar a dudas, la gran protagonista es la terraza que corona el edificio. Sus espectaculares vistas y su suelo de césped artificial la convierten en un gran espacio social a cielo abierto.
Y de vuelta a la sostenibilidad, que es uno de los rasgos de identidad de este tipo de construcciones, el Mill Junction no se queda atrás. Porque, aparte de la utilización de contenedores usados, se han implantado soluciones de climatización que, según su promotora -Citiq Students- reducen hasta en un 50% el consumo energético. Y ello, unido al bajo coste y a la rapidez de su construcción, ha hecho posible ofrecer alojamiento a unos precios muy inferiores a lo acostumbrado, lo que fomenta el acceso a los estudios superiores y dinamiza el entorno urbano.
Como acabamos de ver, las residencias de estudiantes, con su repetición de espacios y la necesidad de modularidad, son un objetivo perfecto para la arquitectura de contenedores. Sin embargo, ahora os proponemos un planteamiento muy distinto al Mill Junction, puesto que no se trata de acondicionar un espacio preexistente, ni tampoco se reutilizan contendores usados. En esta ocasión, ponemos el acento en la modularidad y en la posibilidad de montar y desmontar los edificios para adaptarlos a nuevas funciones, en distintas circunstancias y en diferentes emplazamientos.
Partiendo de esa premisa y con el proyecto ya definido, el estudio Tempohousing abrió una línea de producción en China capaz de construir 40 contenedores a la semana, todos con unos estándares de calidad y eficiencia energética muy por encima de la exigente normativa de los Países Bajos.
Es más, este proyecto pensado para 5 años se mantiene desde 2006. Y la cosa no acaba ahí; gracias a la calidad de los materiales y a su modularidad, el conjunto podrá reubicarse y dar respuesta a múltiples necesidades; incluso dividirse o instalarse parcialmente, ya que, con 31.020 m2 divididos en 1.034 contenedores, el número de combinaciones posibles permite replantearlo para cubrir casi cualquier situación.
FOTOS: Dave Southwood, Visi Magazine, Tempohousing, Archello, Archilovers, Dracontainers.