Semana de la Arquitectura: 10 proyectos que nos inspiran
En Kronos Homes, respiramos arquitectura. No podemos evitarlo. Nos encanta investigar, recuperar proyectos míticos, descubrir arquitectos que marcaron una época, bucear en otros países y culturas… Todo para tener una perspectiva global que nos oriente a la hora de plantear nuestros propios proyectos. Por eso, en la Semana de la Arquitectura, queremos compartir 10 de los edificios que más nos inspiran. La lista sería de 1000, pero vamos poco a poco.
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Escoger solo 10 se nos hace cuesta arriba, pero estamos dispuestos a subirla. Aunque solo sea por el reto de elegir entre las casi 1000 publicaciones que podéis ver en nuestro Instagram, de cuyo conjunto podemos extraer una panorámica de todo aquello que nos sirve de referente. Un trabajo que llevamos realizando día a día desde que, hace ya nueve años, decidimos que la arquitectura residencial española se merecía una visión distinta. Una apuesta por recuperar el valor de la singularidad y por contribuir al enriquecimiento de nuestro patrimonio arquitectónico.
Y, ahora sí, vamos allá, pero que conste que el orden no es el orden de preferencia. Eso sería como elegir a quien quieres más… (Y nosotros los queremos a todos).
1. Torres Blancas
Si dejamos a un lado la fiebre del brutalismo y conseguimos abstraernos del influjo de las redes sociales, descubrimos un edificio que va más allá de sí mismo. En esta lista, como luego veréis, hemos querido hemos querido contar también con el Walden7, precisamente por su relación de contraposición y paralelismo con Torres Blancas: dos iconos, uno en Madrid y otro en Barcelona; uno con un planteamiento de superlujo y otro con un enfoque más social; uno con presupuesto ilimitado y otro con problemas de presupuesto; uno a todo color y otro de hormigón visto; pero los dos con unas zonas comunes espectaculares, los dos como única pieza de un proyecto destinado a ser más grande y los dos reconvertidos en estrellas de Instagram.
Os debemos un artículo extenso sobre Torres Blancas y lo publicaremos próximamente, pero además de contaros que iban a ser dos torres, que el esquema de planta es una evolución de la Torre Price de Frank Lloyd Wright, que el restaurante de la última planta nunca se pensó como restaurante, o que los remates de los balcones se fueron corrigiendo a medida que se levantaba el edificio (en los primeros pisos, la parte inferior no es redondeada), os dejamos con dos datos que nos parecen especialmente interesantes. Uno antiguo y uno nuevo. El antiguo es que el todopoderoso constructor Juan Huarte tuvo que perseguir (literalmente) e insistir a Saénz de Oiza, que no se veía capaz de llevar adelante un proyecto tan ambicioso y recomendaba siempre a su compañero Juan Daniel Fullaondo para asumir el encargo. El nuevo es que se ha aprobado la conversión del restaurante en superficie residencial para construir ocho nuevas viviendas de entre 76 y 170 m2, lo que incrementará el número de viviendas de las 101 actuales a 108.
2. Ikon
Nuestro proyecto de Valencia es una fuente de inspiración permanente. Y lo es por muchos motivos. El primero es que se trata quizás de nuestro residencial más identificativo. Desde el principio, sabíamos que tenía que ser un proyecto muy especial. No solo su altura determinaba el carácter representativo del edificio, también su ubicación y su función urbanística lo hacían único. Ikon debía completar una puerta de acceso a la Valencia más moderna y cosmopolita. Iba a ser el edificio residencial más alto de Valencia y, además, iba a ser un hito arquitectónico para la ciudad. Es decir, necesitábamos crear un icono y, con esa intención y ese nombre, pensamos en el arquitecto que había revolucionado el urbanismo de la capital valenciana.
Porque, antes de Bofill, el cauce del Turia era una herida abierta que recorría y separaba Valencia. Fue su proyecto del Jardín del Turia el que cosió el tejido urbano y unió los barrios. A él se debe el inicio de la modernización de una ciudad que hoy es una de las principales metrópolis mediterráneas, símbolo de la cultura y la calidad de vida en todo el mundo. Por ello, pensamos que le correspondía a él crear la pieza que cerrase el círculo de transformación iniciado en los 80. Y lo hizo como solo él podía hacerlo.
Ikon responde al hotel Meliá al otro lado de la avenida de Les Corts Valencianes. Partiendo de una volumetría muy limitada, la torre de Bofill sabe jugar con los volúmenes y aportar profundidad a las fachadas. Su color es el blanco de la luz mediterránea y, en la parte superior, es la propia estructura la que se encarga de convertirse en un remate escultural, al desnudarse de los forjados y los muros e incorporar el cielo como un elemento fundamental del diseño del edificio.
3. La Corona de Espinas
Higueras es uno de nuestros favoritos. No podemos ni queremos ocultarlo. Tenemos debilidad por el genio del hormigón, por su brutalismo escultural, por sus casas inmersas en la naturaleza, por su rascainfiernos y, sobre todo, por sus proyectos de arquitectura radial. Por los que fueron, como la Corona de Espinas, y por los que pudieron ser, como el espectacular Edificio Polivalente de Montecarlo o el Palacio de la Ópera de Madrid. Su manera única de entender la arquitectura era el reflejo de su manera única de entender la vida. El arte impregnaba cada una de sus creaciones. Su dominio de la pintura, la escultura y la música se deja notar en la sensibilidad con la que concebía la obra arquitectónica: como un todo indivisible, donde la técnica es inseparable de la emoción, donde todo contribuye a que transitar o habitar sus creaciones sea una experiencia sensorial en sí misma.
En la Corona de Espinas, celebramos el año pasado junto a la revista AD la ceremonia de los AD100, donde seleccionamos a las principales figuras del diseño, la arquitectura y el arte a nivel mundial. Un evento que quisimos convertir en un homenaje a la memoria de Fernando Higueras y en el que contamos con la presencia de Lola Botia, directora de la fundación Higueras y compañera del genial arquitecto hasta el momento de su muerte. El edificio nos dejó impresionados por su potencial espacial, fruto de una forma muy personal de entender el organicismo. Sus 30 gajos centrales se doblan en el anillo exterior, generando 60 piezas que cubren los 360 grados de la circunferencia, solo rota en los cuatro ausentes que acogen la escalera de acceso. Del interior, además del gran patio cubierto central, nos quedamos con la biblioteca que hay justo debajo, tan circular como el resto, e iluminada cenitalmente (Higueras diría “genitalmente”) por una claraboya de la que parten visualmente todos los radios que trazan la estructura. Un proyecto único en el mundo que solo podía nacer de la mente y el corazón de uno de los arquitectos más brillantes del siglo XX.
4. Walden 7
Ya os lo habíamos adelantado. El Walden tenía que estar. No hay nada igual, ni por asomo. Brutalista, metabolista, organicista, posmoderno… Tan inclasificable como su autor. Y tan inconfundible como él. Porque el Walden fue un manifiesto tangible, la materialización del ideario del primer Taller de Arquitectura. Aquel que fundó Bofill junto a ingenieros, artistas, poetas, sociólogos y un sinfín de intelectuales de la gauche divine, que entraban y salían del estudio, generando una serie de sinergias que dieron lugar a una concepción única de la arquitectura. Un soplo de aire fresco en mitad del racionalismo, recogiendo el guante de la responsabilidad social de la arquitectura, pero planteando una vuelta a la identidad vernácula de la arquitectura. Entendiéndola como un lenguaje identitario, como una forma de expresión, pero también como un elemento de reconocimiento mutuo entre los ciudadanos y su ciudad. Haciéndoles sentir partícipes desde sus propios hogares.
Todo eso y mucho más es el Walden 7, que se levanta junto a la mítica Fábrica del Taller de Arquitectura, en Sant Just Desvern. A lado de la gran chimenea se distinguen los volúmenes rotundos pero dinámicos del único bloque que llegó a construirse. Los otros tres se quedaron en el camino por problemas de financiación. Pero, lejos de restarle importancia, es una circunstancia que lo hace aún más especial, al igual que ocurre con la única torre de Torres Blancas. Porque las utopías solo existen cuando son irrealizables.
5. La Pagoda
Fisac asistió a la demolición de su obra más célebre y lo retrató en una de sus acuarelas. La pala roja de la excavadora emerge de la esquina inferior derecha, arrancando a pedazos los paraboloides hiperbólicos generados por la rotación de las plantas. La silueta de la Pagoda permanece inalterada, con el derribo detenido, que nunca llegó a detenerse y que ha generado un sinfín de leyendas, intrigas y elucubraciones más o menos fundadas.
Si tenemos que elegir, nos quedamos con la versión del propio Fisac: una trama urdida por el Opus Dei y el alcalde de Madrid, Álvarez del Manzano, para destruir su prestigio como arquitecto en represalia por abandonar la todopoderosa “Obra”. Admitimos que hay indicios; el primero, que Fisac efectivamente abandonara la organización que tanta proyección profesional le había dado; y, el segundo, el hecho de que Cano-Lasso y Carvajal sí incluyeran La Pagoda entre las obras dignas de catalogación en su lista de 1993, aunque el Ayuntamiento decidiera no incluirla en la definitiva de 1994. Así y todo, la versión de que el dinero y la rentabilidad se impusieron a la calidad artística suena tan factible que resulta imposible ignorarla.
Sea como fuere, aquel derribo fue una vergüenza para las instituciones que lo permitieron y para los intereses que lo motivaron. Pero también queremos pensar que supuso un punto de inflexión en la protección del patrimonio arquitectónico. La reacción de los ciudadanos y del mundo de la arquitectura ante semejante atentado fue clamorosa, aún cuando se perpetró en pleno agosto madrileño, cuando el agravante de nocturnidad puede acontecer a plena luz del día. Y el de alevosía no admite discusión.
6. Palmares
Palmares supuso nuestro desembarco en Portugal, en pleno Algarve, en una ubicación espectacular frente a Meia Praia. Tan espectacular que pensamos que la arquitectura no solo debía formar parte del paisaje, sino que debía crearlo, contribuir a su belleza sin alterar ni un ápice su valor natural. Y, con esa premisa, la respuesta estaba clara: RCR Arquitectes. Los ganadores del Pritzker en 2017, con su capacidad para fundir la obra con el entorno, fueron una elección segura. Al fin y al cabo, siempre habíamos admirado sus trabajos, desde el estadio de atletismo Tussols-Basil al museo Soulages, pasando por el Celler Perelada.
En Palmares, Rafael Aranda, Carme Piguem y Ramón Vilalta afrontaron por primera vez la creación de un resort, con el reto de darle continuidad a una serie de construcciones tipológicamente muy diversas e incorporarlas a un conjunto coherente. Y todo ello, anteponiendo el protagonismo de la naturaleza al de la obra arquitectónica. Enseguida, con el diseño del Clubhouse, se puso de manifiesto la maestría de los Pritzkers para hacer del entorno una fortaleza de su arquitectura. Luego llegaron los Signature Apartments y la Villa 19, ambos con el mismo carácter; con el hormigón ocre que los asemeja a un estrato habitable y con los quiebros que abstraen la geología autóctona y la convierten en un rasgo de identidad. Un juego de delicadeza conceptual, adaptación al terreno y libertad formal que es RCR Arquitectes en estado puro.
7. Las Torres de Colón
Siempre en el ojo del huracán, siempre motivo de controversia, pero también de admiración. Las torres que nunca se terminan son un proyecto único en el mundo. Una genialidad de Antonio Lamela en pleno corazón de Madrid, frente a la plaza de Colón, uno de esos no-lugares que nunca terminan de definirse. Una ubicación que, poco antes de acoger nuestras particulares torres gemelas, tenía un aspecto decimonónico y burgués, y que, desde entonces anda buscando la cuadratura del círculo. Algo así, como las Torres de Colón, que iban a ser viviendas y terminaron siendo las oficinas de Ruiz-Mateos; que debían ser un solo edificio y lo fueron… “un par de torres”, en palabras del propio Lamela. Aquellas que no hace tanto tuvieron un enchufe que las conectaba al cielo de la capital. Y que ahora, en versión unplugged, ven terminada su última reforma… De momento.
En su época, ya fueron un prodigio de la ingeniería y hoy lo siguen siendo. No hay un edificio de arquitectura suspendida con tirantes de hormigón igual en todo el planeta. Suelen ser bloques bajos, para evitar el empuje del viento, no esbeltas columnas de 20 pisos. Y no lo hay porque es difícil ir en contra de las leyes naturales. Eso de “pesar hacia arriba” que Lamela explicaba con una taza de café, una servilleta y la sencillez del que es capaz de hacer posible lo imposible: “Imaginémonos que la taza tuviera un soporte vertical como base, como una copa. Las cargas suben por las péndolas pretensadas que rodean la fachada (que sería el cuenco de la copa), y que se comprimen contra la cabeza de la torre (la servilleta). Luego bajan por el núcleo central (el fuste de la copa). Es decir, el edificio no cuelga hacia abajo, sino que se comprime hacia arriba, contra la cabeza. Funciona al revés de la construcción tradicional, lo que permite, en las tres plantas basamentales comerciales y en el garaje, liberar espacio libre, sin pilares”. Ante semejante genialidad ¿para que añadir nada más?
8. The Edge by Kronos Homes
The Edge fue uno de nuestros primeros proyectos. La localización, en primera línea de playa en Estepona, era un espectáculo. Mucha responsabilidad y la necesidad de empezar a construir una cartera de proyectos que demostrase nuestra apuesta por la arquitectura como rasgo de identidad. Entonces, pensamos en un nombre que es sinónimo de historia de la arquitectura española: Rafael de La-Hoz. En 1920, el abuelo de Rafael de La-Hoz Castanys fundó el estudio de arquitectura que lleva su apellido. En 1975, su padre diseñó el edificio Castelar, una de las obras maestras del patrimonio arquitectónico madrileño. Y, ahora, en pleno siglo XXI, Rafael de La-Hoz afronta el futuro con un currículum de éxitos y muchos proyectos aún por materializar.
The Edge fue especial desde el principio. Su posición en el límite -de ahí su nombre- entre el medio marino y el terrestre propició su carácter náutico. “Un gran barco varado frente al mar”, nos explicó el arquitecto durante los primeros encuentros para definir el proyecto. A partir de ahí, De La-Hoz trazó las formas orgánicas de los edificios, que se adaptan a la línea de la costa y abrazan un jardín que sirve de transición entre la urbanización y la naturaleza. Un hábitat que se funde con la arena y que une dos entornos cuyas fronteras se desdibujan. Todavía hoy, con el proyecto terminado, nos sorprende descubrir nuevos detalles de planteamiento que fortalecen la integración del residencial. Detalles que nacen de un profundo estudio previo, tan bien planteados que parecen sencillos, y no lo son. Detalles que consiguen que las simulaciones por ordenador, tan perfectas, se queden muy cortas frente a lo que transmite el resultado final. Sencillamente impecable.
9. Banco Industrial de Cataluña
“Sostenibilidad” es una esas grandes palabras que, de tan grande, se diluye en su propio significado. En los últimos tiempos la vemos escrita en todas partes, en catálogos de coches, en la factura de la luz y hasta en gasolineras. Por supuesto, la arquitectura no se ha quedado atrás. El problema es la dificultad para transmitir todo el esfuerzo que supone aplicar los criterios de construcción sostenible y explicar la multitud de aspectos a los que afectan, no solo en el desarrollo del proyecto, sino también en su vida útil y, aún después, en el reciclaje de los materiales. Se trata de un cambio de paradigma que, no obstante, tuvo precursores en sus aspectos más tangibles, como la integración de la vegetación como parte del edificio.
Uno de esos precursores fue la sede del Banco Industrial de Cataluña en Barcelona, una maravilla de la arquitectura, la jardinería y el paisajismo a manos de los arquitectos Tous y Fargas y del jardinero Everest Munné, que introdujo 76 especies distintas para dar vida a los casi 4 kilómetros de jardineras. Una gran masa vegetal que se alimenta mediante un sistema hidropónico desarrollado por los doctores en biología Jordi Aguilà y Xavier Martínez. Gracias a este tipo de cultivo, es posible reducir al mínimo el volumen de las jardineras, ya que el agua de riego, suministrada por goteo, lleva disueltos los nutrientes, de manera que se minimiza el mantenimiento y se elimina prácticamente la difícil labor de renovar el sustrato. Y eso fue hace nada más y nada menos que 50 añazos. Pura vanguardia medio siglo después.
10. O7 by Kronos Homes
Terminamos con uno de nuestros últimos proyectos, O7, en Montjuïc. Un residencial para el que hemos contado con Adoras Atelier de Arquitectura y en el que hemos buscado cumplir una doble función: dotar de identidad a un barrio en plena transformación y rendir un homenaje a los primeros experimentos residenciales de Ricardo Bofill. Para conseguirlo, dimos a los arquitectos una gran libertad formal y les pedimos que, como taller de arquitectura que son, se inspirasen en los fundamentos del Taller de Arquitectura de Bofill. Y la receta funcionó. No podemos estar más contentos con el resultado.
O7 es un edificio singular, completamente alejado de la arquitectura de repetición. Se trata de un proyecto con el potencial de convertirse en parte del imaginario colectivo del barrio, un elemento de cohesión social en torno al cual se configura un paisaje urbano identitario y reconocible. Pero también se trata de una obra rica, llena de matices y referentes estéticos, con guiños al escultural Castillo de Kafka y un cuerpo inferior con cierta inspiración posmodernista. Toda una reivindicación de un estilo demonizado en los últimos años. Demonizado y, sin embargo, capaz de crear verdaderos hitos urbanos que, con el tiempo, se han trasformado en iconos mundiales, por su monumentalidad y su fuerza estética. Todavía es pronto para saber si O7 llegará a tanto, pero de lo que sí estamos seguros es de que Jesús Gallego y su equipo han conseguido uno de sus objetivos: materializar una arquitectura emocionante.
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