En 2017, RCR Arquitectes ganó el premio Pritzker y sus fundadores se convirtieron en los segundos arquitectos españoles en conseguirlo y en el grupo más numeroso premiado hasta la fecha. Una vocación universal entendida desde lo local, que respeta al máximo la arquitectura tradicional y su integración paisajística. Entre los grandes proyectos del estudio, encontramos el estadio de atletismo de Olot, el Museo Soulages de Rodez, el Celler Perelada, o nuestro resort Palmares, en el Algarve. Cuatro ejemplos que representan a la perfección la filosofía que llevó a Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta hasta el Olimpo de la arquitectura.
Cualquiera que haya visto una de sus obras al natural, habrá apreciado una austeridad y una rotundidad que solo la naturaleza habría logrado. A esa impresión ayuda la crudeza de los materiales que suelen emplear: el hormigón en bruto, el acero cortén, la piedra presente en cada localización, el vidrio y la madera. Pero esa aparente sencillez, que ha conformado un lenguaje arquitectónico propio, esconde una dimensión escultural que lleva a sus proyectos a participar en el entorno desde un doble enfoque: su condición de objeto material y su enorme potencial de abstracción.
Es decir, lo que en otros habría supuesto una contradicción, en RCR es gran parte de su esencia. Las formas evidentemente artificiales de sus construcciones se tornan naturales en contacto con el paisaje. De igual modo, los espacios interiores tienen una fuerte inspiración orgánica. Los pasillos del clubhouse de Palmares nos remiten al abrigo de una cueva entre los estratos de una montaña; la zona del Templo, en el Celler de Perelada, nos remite a la gran sala de una cueva iluminada cenitalmente.
Todos tienen algo de sagrado, de primitivo, en el sentido más espiritual de la palabra. Son lugares que invitan a la introspección y a la reflexión. Lugares que se contemplan como un paisaje, ya sean los volúmenes cúbicos casi volados del Museo de Soulages, o el ejercicio de topografía del estadio de atletismo de Olot. En todos ellos subyace una línea común: la capacidad de la arquitectura para crear espacios naturales en cualquier ubicación, más allá de la propia ubicación. Más allá de la propia arquitectura.
Tras Rafael Moneo (1996), los integrantes de RCR Arquitectes han sido los segundos arquitectos españoles en ser galardonados con el Premio Pritzker. Pero ¿qué los llevó a convertirse en merecedores del denominado Nobel de la arquitectura? ¿Por qué sus proyectos son tan notables? Y no menos relevante: ¿qué han aportado a la oferta inmobiliaria de Kronos Homes?
Hablar de RCR Arquitectes es hacerlo de Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta. Los tres obtuvieron el título de arquitecto en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallés (ETSAV-UPC) en 1987 y comenzaron a trabajar juntos un año después en Olot (Girona). Además, en sus orígenes cursaron un máster en Arquitectura del Paisaje.
Desde entonces, han destacado por un trabajo colaborativo excepcional y juntos conforman una única y privilegiada mente con tres cuerpos que practica una arquitectura integral realmente singular. Una visión caracterizada por un diálogo constante con la naturaleza y el entorno, que los ha llevado a romper las barreras entre el interior y el exterior.
En el vídeo oficial difundido por The Pritzker Arquitecture Prize, tras conceder el premio a RCR, Ramón Vilalta resume la forma de trabajar de sus fundadores. “La colaboración entre nosotros tres siempre ha sido muy fácil y fluida. Antes hablábamos mucho, pero ahora nos comunicamos con la mirada”, comenta en relación a la complicidad y el entendimiento existente entre ellos.
Hablar de Pigem es hacerlo de una arquitecta profundamente enraizada en su Cataluña natal. Y, al mismo tiempo, de una mujer sensible y con amplitud de miras, con cuarenta años al frente de RCR Arquitectes, pero siempre dispuesta a absorber lo mejor de culturas como la japonesa, algo que repercute muy positivamente en la riqueza conceptual del estudio.
Nacida en Olot en 1962, Carme cursó estudios de Bellas Artes en la localidad gerundense y obtuvo el título en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallés (ETSAV-UPC). Allí coincidió con Rafael Aranda y quien acabaría siendo su esposo, Ramón Vilalta. Y, en 1988, los tres impulsaron la creación de RCR Arquitectes, tres letras que ya forman parte de la historia de la arquitectura y que se corresponden con las iniciales de los nombres de sus fundadores.
Lejos de apostar por la cosmopolita y efervescente Barcelona, Carme Pigem y sus socios decidieron que la sede del estudio estuviese en Olot. Allí reconvirtieron una antigua fundición en el denominado Espacio Barberí, donde han venido dando forma a su obra. Unos trabajos en los que prima la integración de la obra con el entorno; de manera especial, con la naturaleza y el paisaje.
Proyectos que son fruto de la armonía y de un concepto de trabajo colaborativo del que siempre se ha considerado partícipe. “Nunca me he sentido ni más ni menos que mis compañeros. He sido una persona más en el equipo, independientemente de mi sexo. No todas las mujeres han disfrutado de mis condiciones”, declaraba hace unos años en una entrevista concedida a La Vanguardia.
Hijo de emigrantes procedentes de la localidad malagueña de Villanueva de Tapias, Aranda explica en la plataforma CaixaForum+ que su padre era albañil. “Junto a mi tío, llegó a tener una pequeña empresa dedicada a la construcción. Y yo trabajé con ellos varios veranos hasta que empecé a estudiar Arquitectura. En mi familia no me pusieron ningún reparo; muy al contrario, entendieron que los estudios eran lo primero”, observa.
De aquellos años, recuerda que le gustaba trabajar como ayudante de albañil y ver cómo, pieza a pieza, se iba creando una casa. “Transporté sacos de cemento Portland de 50 kilos y sé lo que es un tocho o un machimbrado. Hoy en día, sigo yendo a las obras y trato con la gente que está en ellas. Disfruto con la materialidad, tocar con las manos”, reconoce el arquitecto.
Al principio, Rafael Aranda creía que la arquitectura se limitaba a hacer casas. “Quería ser arquitecto sin pensar qué era la arquitectura. Y tuve que quitarme la capa de albañil para entender que la arquitectura era otra cosa, otra dimensión”, reconoce. Aquel deseo de convertirse en arquitecto despertó en él cuando cursaba bachillerato junto a Ramón Vilalta, quien también mostró su deseo de seguir ese camino.
Una vez concluido el Curso de Orientación Universitaria (COU), ambos se titularon en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallés (ETSAV-UPC), donde conocieron a Carme Pigem. Y también participaron en un curso de paisajismo. Una vez finalizada la carrera, Vilalta les planteó a los dos que trabajasen juntos y crearon RCR Arquitectes en Olot, apegados a sus raíces y lejos de grandes urbes, como la cosmopolita Barcelona.
La infancia del arquitecto Ramón Vilalta transcurrió entre “un piso de techos altos que daba a la plaza mayor de la vecina Manlleu y una masía con un espacio caótico y mágico a la vez”. Luego llegaría el traslado a una casa de Olot en cuyo diseño intervino su padre. Una vivienda que, aunque tímidamente, empezó a despertar en Ramón Vilalta una preocupación por los elementos estructurales, la distribución de las estancias o el interiorismo.
Posteriormente, los viajes a otros países supusieron una gran influencia en su trayectoria vital. “Descubrí la magnificencia de Roma y la sensualidad de Grecia, tan especial… Sin olvidar a Egipto, que es lo monumental, lo colosal. No sé en qué medida, pero, ciertamente, en todo aquello hubo algo iniciático que tuvo una repercusión en mí”, explica.
Y prosigue afirmando que “no tenía ninguna duda de que quería ser arquitecto. Por lo vivido con mi padre, me hubiera gustado estudiar Bellas Artes. Pero no me atreví, no tenía la formación suficiente y no me sentí capaz de afrontar dos carreras al mismo tiempo. Así que, finalmente, me decanté por la arquitectura, ya que sentía que era mi vocación preferida, y avancé en esa dirección”, revela.
En Olot conoció a Rafael Aranda y a quien acabaría siendo su esposa, Carme Pigem. Los tres obtuvieron el título de arquitecto en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallés (ETSAV-UPC) en 1987. Y un año después fundaron RCR Arquitectes, uno de los estudios más prestigiosos de nuestro país, en la localidad gerundense, lejos del bullicio de la cosmopolita Barcelona.
Además, Ramón y Rafael cursaron un máster en Arquitectura del Paisaje, una faceta del trabajo de Aranda, Pigem y Vilalta que fue determinante para obtener el prestigioso Premio Pritzker en 2017.
Una de las señas de identidad de RCR es su apuesta por las raíces. Lejos de elegir una gran ciudad cosmopolita como centro de operaciones, decidieron establecerse en Olot Y es allí, en la localidad natal de Rafael y Carme, donde RCR Arquitectes da forma a sus proyectos.
Precisamente, muchos de los primeros proyectos del estudio se ejecutaron en la provincia de Girona: el Hotel Albons Calm, la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Girona, el centro cívico Espacios para el Ocio y la Cultura de Riudaura, etc. Y con la entrada del siglo XXI, RCR Arquitectes abordó la reforma y ampliación del icónico Restaurante Les Cols, en Olot, entre otros encargos.
Con el transcurso del tiempo, la arquitectura de RCR ha traspasado fronteras. “Cuando construimos fuera de casa no exportamos lo que hacemos aquí. Muy al contrario, nos apasiona entender los lugares donde vamos a desarrollar un proyecto”, explica Rafael Aranda en el vídeo de The Pritzker Arquitecture Prize.
Una forma de entender la arquitectura que se ha visto reconocida, tanto en España como fuera de ella, con las siguientes distinciones:
Según sus fundadores, la fuerza de la arquitectura de RCR reside en su capacidad de trascender las raíces con un lenguaje universal, que es el resultado de una profunda búsqueda de lo esencial.
Y entre sus influencias se encuentran el arquitecto finlandés Alvar Aalto, el escultor minimalista estadounidense Richard Serra y el pintor, grabador y escultor francés Pierre Soulages. Del mismo modo, los monasterios benedictinos o la arquitectura japonesa han ejercido un influjo en su concepto arquitectónico.
Una propuesta integrada en el entorno de forma brillante y reflejada en proyectos que abarcan desde espacios culturales hasta viviendas.
Espacios culturales:
Centros educativos:
Parques y áreas públicas:
Edificios corporativos y de servicios:
Instalaciones deportivas:
Hoteles y restaurantes:
Viviendas:
“Como arquitectos, intentamos compatibilizar nuestros sueños con el de la persona para la cual hacemos una pieza de arquitectura”, observa Carme Pigem, al referirse a RCR Arquitectes y sus obras, en la película El sentido de la arquitectura producida por Kronos Homes.
Muchos de los diseños del estudio olotense han sido inmortalizados por Hisao Suzuki, considerado uno de los mejores fotógrafos de arquitectura contemporánea de los últimos 30 años. Además, entre los próximos trabajos de RCR Arquitectes, figura la renovación de Barcelona-Sants, donde, gracias al empleo de materiales naturales de bajo impacto en carbono, como el granito, la madera o el metal, la terminal ferroviaria se convertirá en un referente de sostenibilidad y eficiencia.
En la obra de RCR Arquitectes, la vivienda es un campo de exploración en constante evolución. Por ello, Kronos Homes tuvo claro que, en un proyecto como Palmares, donde el paisaje era un elemento esencial, el estudio de Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta era la opción ideal.
“Conocía RCR desde hace muchos años y fui a su estudio para entender su arquitectura. Una vez allí, me di cuenta rápidamente de que su trabajo es único”, declara Saïd Hejal, CEO de la promotora inmobiliaria, en la película El sentido de la arquitectura.
Como hemos visto, la colaboración entre RCR y Kronos Homes se materializó en el proyecto Palmares. Ubicado en el Algarve portugués, es otra demostración magistral de cómo la mejor arquitectura puede integrarse con el entorno, pero también es un ejemplo de interiores acogedores, amplios y luminosos abiertos a la naturaleza y al océano.
“El proyecto Palmares te permite disfrutar del mar y lo que te rodea. Es un reflejo de lo que queremos en RCR: una arquitectura que transmita mucho a las personas. Y que al final, de alguna manera, trascienda a su tiempo”, concluye Carme Pigem en la película de Kronos Homes.